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LEYENDO ANDO...

 




Libera tu Magia
por Elizabeth Gilbert


Esta parte primera termina con un tema vital . Elizabeth define su problema a la hora de llevar una vida creativa. El Miedo.

Me llama la atención que Elizabeth Gilbert haga un análisis exhaustivo sobre el MIEDO y más aún que ante el problema emerja con su solución, la cual comparte a carta cabal con el lector en su libro.

Esto me lleva a preguntarme:
¿Cuál es mi mayor problema al plantearme una vida en gozo y entusiasmo?
¿Cuál es mi significado de miedo?
Eso que me detiene al intentar tomar las riendas de lo mucho que deseo, de eso que me hace feliz.

Si es cuestión de confesarme, en primera instancia digo, ¿de qué miedo hablaré yo?

Al respirar y entrar a mi alma, encuentro que mi miedo no es igual al de la autora. 

Escucho un estruendo de palabras que cabalgan bajo la lluvia.

¿Qué es?

Parecieran mil ideas y es solo una a la vez:

¡N O  T E  M U E V A S!!!

- No brinques

- No chivatees

- No corras

- Quédate quieta, al lado de la ñaña

- Haz silencio…

Una ráfaga de palabras me inundó para abrirme al encomiable esfuerzo de juntarme a mi hermana para devolvernos a casa, luego de salir de la escuela.

Solo un detalle, estas se generalizaron a todas las esferas de mi vida. Y si llegara a olvidarlo, allí estaba mi querida hermanita para recordármelo. Aún hoy, sé que es inconsciente, pero me sucede que, si olvido hacer silencio o solicitar más de lo esperado, ante mi atrevimiento, la susodicha, me hace señas de que me detenga. Y ya no estamos rumbo de regreso a casa…

Esa experiencia en el pasado infantil, hizo que fije mi atención en mis vínculos familiares. Les contaré cómo pasó.

Era un lunes como cualquiera, me llevaron a la escuela sin mi hermana. Sin embargo, nunca me dijo mami que no regresaría a casa, sino que me quedaría con mis primos, tías y abuela.

Fue una experiencia de muerte la que vivió mi cuerpecito de niña, pues para un niño en sus primeros 7 años de vida la familia lo es todo, su fuente de cuidado, alimento y cobijo.

Así pasé de repente de tener un hogar, una familia nuclear a estar (arrimada decía una de mis primas) en casa de mi familia materna.

Cierto que ahora ya le expliqué a mi niña interior que la finalidad de ese cambio no fue desarraigarla o abandonarla sino ponerla en el mejor resguardo, cuidado y protección. Algo que a mi niña le alegró hasta las carcajadas, pues la más bella y cruel de los primos se hubiera indigestado al saber que estaban todos ellos para cuidarla (creo que lo sospechaban).

Sin embargo, en las noches frías esa ráfaga de palabras estruendosas se repetía en la mente y corazón de mi niña. Su pobre corazón gritaba adolorido y asustado por la culpa, que ya iba a obedecer. Mi niña en ese cuadro de abandono prometió que se quedaría quieta, sin correr, sin cantar como pajarito al caer la tarde, sin corretear como conejito alocado… Así encontraba algo de consuelo con su solución infantil ante la ausencia de su amada familia: haré caso, se decía. Pero que ya regresen, suplicaba llorosa

Mi pequeña niña prometió obedecer y cumplió. Solo que obedecer comprendió era aburrido. Pese a ello cumplió porque para un niño la familia lo es todo. Y nadie le explicó sobre todo mamá, que conforme se va creciendo se cobraría necesariamente: autonomía e independencia. Algo que mami nunca comprendió ni facilitó, aunque papi si lo cultivó.

Después de esta experiencia de muerte: herida de abandono, mi niña cedió su más preciado don: Volar, reír, amar, tocar, brincar, correr, andar… aprender…

Nunca se dio cuenta que el precio fue de alto valor para su existencia. Pues no solo que renunció al movimiento, esencia de su vida, sino que, se pegó a los vínculos familiares y luego a los de sus representantes autoridades y amigos.

Su don natural de explorar, volar, reír, respirar, amar… fue aniquilado, petrificado de su realidad. Ya no pudo darle rienda suelta a su capacidad natural, desconectándola de su alma con el tiempo, cuyo resultado fue un apego a las relaciones y una búsqueda de conocimiento en medio de lo que conocemos por Maya. Conforme pasó el tiempo buscaba en letras muertas, conocimiento y, en las relaciones la esencia del amor y la vida.

Pobre niña mía, vivir con el susto de que en cualquier momento se perdería de su familia porque era chillona, brinquilla, chivata, lora… prometiendo con profunda devoción renunciar a su esencia…

Hasta aquí la historia de mi niña.

Muy al estilo de Gilbert expreso lo siguiente:

Queridas ideas limitantes de mi niñez
Mis muy atesoradas órdenes infantiles 
Apreciadas todas

...No brinques!

No chilles!

No chivatees!

Calla!

No te muevas!

Quédate quieta! 
Toma la mano de tu ñaña. 
Síguela! 
Ella te llevará a casa.

Entiendo que sobrepuse esas órdenes en detrimento al movimiento porque ustedes eran las mejores aliadas para llevarme a mi amado hogar: con papi, mami, hermano.

Hacer caso, lo volví un compromiso con la vida. Aunque ello me alejara del gozo, la algarabía, el correteó, la risa… todo eso que hoy puede que le llamé energía.

Para serles sincera, nadie me enseñó a estar pegada al aire, saborear la tierra, sentir el agua, a respirar, a viajar con mi inhalación.

Eso era mi hábitat natural.

Hoy lo comprendo, nadie lo sabía. ni yo lo sabía hasta ahora que lo escribo.

Sentir los elementos era de mi uso, de mi naturaleza infantil, luego el movimiento.

A ambos olvidé por comprometerme con ustedes, órdenes limitantes, y, aunque me trajeron acá al mundo humano donde aprendí que su alegría era mía, que sus palabras se pegaban a mi boca y eso era hiper valioso para mí, tanto que al verme lejos de todos ellos y de la casa que habitábamos juntos, yo, las atesoraría a ustedes, haciendo pacto, con tal de verme en medio de ellos otra vez.

Mi niña lo estableció así, pero mi yo adulta, ve que fue solo la medida infantil para parar tanto dolor porque no moverse eran las tres monedas que pagaba para evitar el miedo al abandono de su familia para poder preservarse, así evitaba su muerte. Ya saben, un niño vive por el cuidado, protección, alimento y cobijo de su familia.

Preservarse fue la consigna de mi niña. Su familia era la fuente de su vida.

Hoy les digo algo órdenes limitantes, estruendo bajo la lluvia, así, la adulta que soy hoy, no logra vivir lo que desea: una vida extraordinaria, llena de novedad y dicha, llena de entusiasmo y bienestar, llena de alegrías mil…

Hoy queridas mías me ordenó a mí, seguir ese hilo de amor y entusiasmo por la vida, siempre cambiando escenario, siempre aprendiendo, siempre amando y soltando, siempre fluyendo y emprendiendo, siempre, siempre, siendo y creando.

- ¿Palabras limitantes están presentes?

- ¡Sí!!!

- No puedo botarlas de mi vida, por lo que les daré su espacio en mi vida, pero NO MI COMPROMISO…

Mi compromiso es con el entusiasmo por la vida en movimiento, burbujeante, sonora y alegre.

Ahora las suelto a ustedes

Fluyó con mi nueva elección.

Gracias por tanta preservación entre mi familia humana, por viajar en estos aires bajo el cielo.

Las suelto.

¡Adios!!!


Con gratitud infinita


                                                               Otilia

y BiBi 😊


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Atte.

Odette Piloso

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